
Un viernes 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea del Uruguay, se estrellaba en la cordillera de los Andes. Mientras todo un continente se volcaba en la búsqueda de aquellos 45 pasajeros, 33 supervivientes comenzaban una odisea que les empujaría a los límites de la cordura y de la resistencia física.
J.A Bayona en La sociedad de la nieve revisita una de las grandes tragedias e historias de supervivencia jamás acontecidas, ya llevada a la gran pantalla en otras ocasiones y profundamente analizada desde la literatura. El director español, que adapta la novela homónima de Pablo Vierci, se aproxima a la tragedia de los Andes, con rigor y una profundidad en el estudio de personajes que enriquece cualquier adaptación anterior. Supervivientes de los Andes de 1976, del realizador mexicano René Cardona, impactó y funcionó en su momento como primera adaptación del suceso, aunque su ajustado presupuesto y un tratamiento de lo narrado cercano al film explotation, la hacen superficial y efectista. Años después llegó la exitosa versión norteamericana ¡Viven!, con un buen despliegue de medios y un reparto de caras conocidas, es un notable filme de supervivencia, pero que se queda corto en su dimensión dramática. Ahora llega La sociedad de la nieve, película española producida por Netflix —con todo lo que ello conlleva en el plano presupuestario— que consigue algo realmente notable; aunar en una misma película, un profundo estudio de personajes —en el que sus emociones y dilemas vehiculan el relato— con la fisicalidad y nervio narrativo propio de un filme de supervivencia. El abultado presupuesto y la maestría de Bayona, nos sumergen en ese páramo helado, con total realismo, en una atmósfera que contagia el frío y la claustrofobia del aislamiento de los personajes. El accidente aéreo impresiona por sus detalles, viendo las verídicas, por crudas que sean, consecuencias de un siniestro de tal envergadura. Una vez ya en tierra, la película sabe transitar hábilmente entre el drama intimista y sus momentos más desgarradores— como lo es la paulatina pérdida de amigos y familiares— con el sentido de la aventura y la lucha del hombre contra los elementos. Este híbrido da como resultado un filme de gran alcance y potencia emocional, permitiéndonos empatizar de manera profunda con cada uno de los chicos, enriqueciendo así los momentos puramente de supervivencia. Cada alud, herida o contratiempo, se sienten en carne propia, gracias a ese trabajo previo de presentación e intimidad con cada individuo. La temática más escabrosa y difícil de contar de la historia, se construye paulatinamente mediante las conversaciones entre el grupo, que dejan entrever sus dudas, miedos y dilemas, ante una propuesta moralmente cuestionable. La fe de unos hombres es puesta a prueba hasta límites insospechados, sin embargo, será la misma la que mantenga a muchos con vida.
J.A Bayona ha dado no solo la versión definitiva de este suceso, si no un filme que trasciende por su excelencia formal y narrativa. La sociedad de la nieve pone contra las cuerdas al espectador y le hace partícipe de lo que allí sucedió. Una inmersión que va más allá de lo puramente físico, planteándonos cuestiones morales y dilemas existenciales de difícil respuesta, “¿Qué habría hecho yo en esa situación?”