Nicholas Hoult en Jurado Nº 2 de Clint Eastwood

Regresa el mito, la leyenda… El último narrador clásico ofrece una clase magistral de cine, en un soberbio drama judicial que va mucho más allá de la incógnita de un veredicto.

Qué Clint Eastwood es un magnífico narrador está más que probado, cada década desde los años 70 se ha encargado de recordárnoslo, pero es quizás ahora cuando más lo valoramos aquellos que amamos el cine. Ya sea por cosas de la edad o por una sabiduría creciente, Eastwood ha ido depurando sus formas hasta alcanzar un grado de sobriedad, economía narrativa y eficacia expositiva, que se traduce en la mejor representación de los principios del arte cinematográfico. No hay alarde, no hay efectismos, cada plano está milimétricamente concebido para alcanzar la mayor funcionalidad. La perfección del plano-contraplano o de un ligero paneo, como las mejores y más honestas armas de un cineasta ajeno a las ruidosas y sobrecargadas propuestas actuales.

En este oasis de honestidad y organicidad que es Jurado Nº 2, Eastwood no se acomoda en los convencionalismos del género judicial, y construye un relato ambiguo lleno de preguntas y dilemas que resuenan tiempo después de abandonar la sala. Más allá de las reminiscencias a Lumet y otros lugares comunes, el filme es una crítica velada al sistema judicial norteamericano, a sus mecanismos obsoletos y a la condición adquisitiva como motivo de libertad o condena. En este contexto, Eastwood, como ya hiciera en la reciente Richard Jewell, pone en el epicentro a un hombre noble que se encuentra al borde del precipicio. Aquí, sin embargo, le da la vuelta al relato y es que el joven protagonista —un tipo afable, que va a ser padre y que tiene un buen empleo— ha cometido un error fatal. Con su palabra puede salvar a un hombre inocente de un crimen que él ha cometido involuntariamente, ahora bien, él es bueno y está construyendo una familia, mientras que el otro es un maltratador y un tipo violento. En esta coyuntura aparecen los dilemas y las preguntas; ¿Qué es lo justo? ¿Qué es lo correcto? Eastwood apoya este apasionante discurso a través de una puesta en escena y un montaje de gran inteligencia, con un memorable y revelador plano, que comienza con una conversación entre la fiscal del estado y el verdadero culpable, sentados en un banco frente al juzgado, y culmina en un picado, casi cenital, que revela en primer plano la estatua con las balanzas de la justicia, quedando en segundo término la fiscal ya en solitario. El diálogo que se establece entre la conversación previa de ambos personajes y la composición final del plano, abre infinitos debates y lleva al siguiente nivel el discurso de un filme que sobrepasa la condición de drama judicial. Eastwood de nuevo ofreciendo narrativas adultas y complejas para el gran público, algo ya casi extinto en el catálogo de las majors y en las grandes ligas hollywoodienses.

No hay que olvidarse tampoco de otra de las grandes cualidades del cineasta, la dirección actoral. Y es que si un director ha conseguido galardones para sus actores, ese es él. Freeman, Hackman, Swank, Robbins, Penn… Sin apenas ensayos y con unas pocas indicaciones, Eastwood obtiene lo mejor de su gente en la primera toma, algo que se hace evidente en Jurado Nº 2, con las fantásticas interpretaciones de Toni Collete, J.K Simmons, Kiefer Sutherland y sobre todo de los dos grandes descubrimientos para mí, Nicholas Hoult y Zoey Deutch.

Esperemos que de esta tomen nota productoras como la Warner Bros, que ha promocionado a bombo y platillo Joker 2, llevando a cabo una carísima campaña para la temporada de premios, mientras que ha decidido estrenar solo en 50 salas de Estados Unidos, Jurado Nº 2, sin inversión publicitaria. Parece que erraron el tiro, y subestimaron el poder de un buen drama sin artificios, que no necesita grandes despliegues, efectos o maquillajes para ser absolutamente memorable. Afortunadamente, Clint Eastwood no pierde la puntería y aunque esperemos que aún le quede alguna película en la recámara, si no es el caso, este es un brillante cierre para una extraordinaria filmografía.

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