Desde su prólogo The Brutalist deja patente su grandeza, y es que su ambición narrativa se despliega a través de una deslumbrante y polifacética puesta en escena, capaz de conjugar lo íntimo con lo épico, y lo clásico con lo conceptual. La fuerza de las imágenes filmadas por Brady Corbet en VistaVision, acompañadas por las notas de Daniel Blumberg, confieren un entramado audiovisual de peso, que casi nunca se sobrepone al calado de un texto rico en matices.

Adrien Brody es Láslo Tóth un arquitecto judío y sufrido emigrante que busca empezar de nuevo en «la tierra de la libertad», dejando atrás una guerra pero también una familia. En una primera mitad narrativamente próxima al clasicismo del drama bélico de separación y reencuentro –véase El imperio del sol–, todo discurre en un crescendo emocional perfectamente sostenido que culmina en clímax, justo cuando la cortina cae marcando el intermedio. Cambiado el plato (si la ven proyectada como antaño), la película parece otra, pues las metas narrativas presentadas quedan resueltas, dando paso a una deconstrucción de lo creado previamente, generando así nuevos ambientes, atmósferas y un tono opresivo con ecos de Paul Thomas Anderson, que se regodea en la forma, abandonando la literalidad del texto en la búsqueda de imágenes metafóricas y ambiguas que, sin ser pretenciosas, aportan hondura al relato.

The Brutalist es en su conjunto, una suerte de biopic épico, que transita entre el drama histórico y el drama conyugal, ahondando como ningún filme lo ha hecho recientemente en las profundidades de la mente de su protagonista. Un filme importante e imponente, aunque no rotundo, pues, en esa segunda mitad tan rebosante de ideas, destensa el lazo emocional con el espectador.


– ‘El Brutalista’ dirigida por Brady Corbet, se estrena este viernes 24 de enero en los cines españoles.

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